Acudimos a la segunda noche de HELLOWEEN en Madrid, una de esas veladas que los fans del Metal recordarán durante muchos años. No se trató solo de un concierto: fue una celebración, un reencuentro con una banda en estado de gracia y un testimonio vivo de que la unión entre las distintas etapas del grupo ha creado una química única.
Si la primera noche había dejado el listón alto, esta segunda como mínimo lo igualó, consolidándose como un auténtico conciertazo que mezcló nostalgia, técnica, épica y un ambiente de buen rollo que se respiraba desde el minuto uno.
HELLOWEEN + BEAST IN BLACK
• Madrid (Nueva Cubierta Leganés)
• ZLive!
El arranque con “March of Time” fue una declaración de intenciones. La banda salió con una fuerza arrolladora que desató el rugido de un público completamente entregado donde el sonido se mostraba nítido y equilibrado desde el inicio, guitarras dominando sin tapar la voz y la batería golpeando con precisión quirúrgica. Desde ese primer tema quedó claro que Helloween venía a por todas, con un gran escenario amplísimo con pasarela frontal y presidido por una gran pantalla en la que cada canción tenía su propio vídeo, ofreciendo un espectáculo visual a la altura del musical.
El primer gran momento épico llegó con “The King for a 1000 Years” con cambios de ritmo, pasajes más oscuros y la alternancia de voces entre Michael Kiske y Andi Deris que hicieron vibrar La Cubierta de Leganés. Ambos vocalistas se complementaron de una manera tan natural que parecía que habían cantado juntos toda la vida. Kiske brillaba en los agudos limpios, mientras Deris aporta garra, expresividad y una presencia escénica que llenaba cada rincón. Lo mejor de todo: la complicidad entre ambos. Se miraban, se reían, se cedían líneas y se apoyaban mutuamente, dejando atrás cualquier resquicio de “dos épocas” separadas. En directo, son un equipo perfecto.
Con “Future World”, el recinto se convirtió en una fiesta absoluta. Era imposible no cantar ese estribillo histórico, y Kiske lo interpretó con una frescura increíble, sin perder ni una pizca de la energía que tenía hace casi 40 años. Tras ese estallido de nostalgia, sorprendieron con “This Is Tokyo”, demostrando que las canciones más recientes encajan con total naturalidad en un repertorio lleno de clásicos.
“We Burn”, potentísima y con lanzallamas incluido en manos de Deris y “Twilight of the Gods” mantuvieron el ritmo alto, con las guitarras de Kai Hansen y Michael Weikath funcionando como si fueran dos piezas perfectamente sincronizadas de una misma maquinaria. La química entre ambos es fascinante: Hansen aporta la chispa, la sonrisa, el “cabreo Heavy” simpático; Weikath, la precisión alemana y una serenidad que se rompe de vez en cuando con gestos cómplices que demuestran lo bien que se lo pasan. Verlos juntos, después de tantos años, transmite una sensación de ciclo completo que los fans agradecen.
El terremoto llegó con “Ride the Sky”, con Hansen tomando el protagonismo vocal y desatando uno de los momentos más intensos de la noche. Su voz, rasgada y llena de carácter, contrasta con las de Kiske y Deris y aporta una energía muy especial. Fue puro Heavy Metal del de antes, interpretado por quien lo inventó. La alternancia entre épocas continuó con “Into the Sun”, “Hey Lord!” y “Universe (Gravity for Hearts)”, con lo que se evidenció el equilibrio del setlist: lejos de ser un recital de nostalgia, fue una celebración completa de toda la trayectoria del grupo.
“Hell Was Made in Heaven” levantó de nuevo al público, dando paso a un solo de batería vibrante, antesala perfecta para uno de los momentos más eufóricos: “I Want Out”. Como siempre, el tema se convirtió en un juego entre banda y público, sólo los temas más clásicos y queridos consiguen levantar así a una audiencia, pura grandeza.
La parte central del concierto incluyó algunos regalos inesperados: Kiske y Deris sentados solos, con una pequeña guitarra acústica y bromeando hicieron “Pink Bubbles Go Ape”, interpretado con humor y complicidad; “In the Middle of a Heartbeat”, que aportó un toque emotivo; y “A Tale That Wasn’t Right”, donde Kiske volvió a demostrar por qué sigue siendo uno de los reyes absolutos de la voz. Su interpretación fue impecable, y al final se unió toda la banda, para seguir con “A Little Is a Little Too Much” que añadió ese toque más reciente y marchoso, preparando el terreno para los últimos estallidos de energía: primero “Heavy Metal (Is the Law)”, con Hansen al frente de un homenaje al género, y después “Halloween”, esa obra de arte que, interpretado por este “supergrupo” reunido, se convierte en una experiencia casi sobrenatural.
Los bises como no podía ser de otro modo fueron una ametralladora de éxitos, siendo el primero de ellos “Eagle Fly Free”, seguida de la grandísima “Power” y rematados por el archiconocido “Dr. Stein”, y como colofón final un fragmento de “Keeper Of The Seven Keys”.
Cuando las luces se encendieron, tras 2 horas y media de concierto, la sensación general era unánime: lo que se había vivido allí no era un simple concierto, sino un acontecimiento. Una banda legendaria demostrando que sigue en la cima, un repertorio impecable y una armonía interna que se percibe desde el primer gesto. La química entre Kiske y Deris, y entre Hansen y Weikath, fue la confirmación definitiva de que esta unión no es solo un proyecto, sino el mejor estado posible de Helloween, que, tras 40 años, están sin duda en su mejor momento. El futuro dirá hasta donde llegan, pero noches como ésta sin duda engrandecen su status de leyendas vivas. Una noche para recordar.
Texto: Luis Lanchas
Fotos: Force Magazine (Hard & Heavy)
HELLOWEEN + BEAST IN BLACK
• Madrid (Nueva Cubierta Leganés)
• ZLive!
Previamente turno para los finlandeses BEAST IN BLACK, quienes cambiaron un poco su setlist respecto a la primera noche. Abrieron con “Power of the Beast”, un inicio directo y con pegada que sirvió para encender al público nada más aparecer en escena, y sin pausa, enlazaron con “Die by the Blade”, que fue coreada de principio a fin.
Con “Highway to Mars” y “Born Again”, quedó claro que Beast in Black están en plena forma y que cuentan con una gran base de fans tras 3 álbumes de estudio. En lo vocal, Yannis Papadopoulos volvió a demostrar porqué es uno de los cantantes más técnicamente impresionantes del género. Sus agudos salían limpios, potentes y sin aparente esfuerzo. Sin embargo, su actitud sobre el escenario es algo fría,.cumple, canta de manera sobresaliente, pero no es el gran frontman en que podría convertirse.
La parte central del repertorio ofreció algunos de los momentos más celebrados: “Moonlight Rendezvous” convirtió La Cubierta en una pista de baile; “Unlimited Sin” sonó contundente y “Enter the Behelit” demostró el lado más oscuro y épico del grupo. Después llegó “Dark New World”, y tras este tema bajaron el ritmo con “Ghost in the Rain”, `pero la calma duró poco: “One Night in Tokyo” con su toque discotequero, y “Blind and Frozen” como su gran clásico terminaron de encender a la audiencia. Como cierre, “No Surrender” con la que se despidieron, si bien con el anuncio de que Beast in Black regresará a Madrid en noviembre de 2026.
En conjunto, fue un concierto sólido, vibrante y muy bien ejecutado. Salvo la frialdad de Yannis en escena, la banda funcionó como una máquina engrasada apoyada en grandes canciones pegadizas y bailables, pieza clave en el ascenso de una banda que si siguen asi ocuparan puestos importantes en el futuro.
Texto: Luis Lanchas
Fotos: Force Magazine (Hard & Heavy)







