Crítica TAK MATSUMOTO GROUP "TMG II”

Han pasado veinte años desde la edición del álbum debut en solitario del talentoso guitarrista japonés Tak Matsumoto, líder el grupo B’z. Aquel recordado y estupendo disco lograba ensamblar de manera magistral un Hard Rock enérgico, potente, sin perder un ápice de sus estructuras melódicas y ejecutado de manera impecable. Este explosivo resultado no fue algo inesperado o imprevisto ya que los compañeros de viaje de Matsumoto no fueron otros que el siempre fiable vocalista de Mr. Big, Eric Martin, el no menos eficaz bajista y cantante de Night Ranger, Jack Blades y en la batería Brian Tichy, quien por aquellos años comenzaba a hacerse de un nombre más que respetado en el ambiente musical que derivaría en su participación con bandas y solistas tan diversos como Whitesnake, Michael Schenker, Lynch Mob, Foreigner, Billy Idol, entre muchos otros.

Salvo por alguna gira realizada en Japón, el poco movimiento efectuado al finalizar las mismas, consiguió que el proyecto quedara sepultado por las brumas del tiempo hasta este 2024. Contando nuevamente con Martin y Blades, más la incorporación del talentoso Matt Sorum tras los parches, el Tak Matsumoto Group vuelve a la acción con un disco que si se hubiera editado al año siguiente o un par años después del admirable primer trabajo no hubiera desentonado para nada. Esto significa que si alguien busca cierto avance hacia sonidos más actuales, más agresivos o quizás más elaborados, es mejor que escudriñar en otro lugar.

Minuciosamente producido e instrumentalmente muy bien desarrollado, “TMG II” carece del nivel de impacto de la primera entrega en cuanto al gancho melódico pero no por ello deja de ser interesante. Desde la primera pista, las composiciones exhiben un habitual Hard Rock, sin subterfugios, directo y sin concesiones. Destacable es la tarea de Matsumoto en cada uno de los solos que aporta y el apabullante desempeño de Sorum en la batería quien parece moverse más que cómodo en este estilo musical. La participación de las chicas de BabyMetal en la canción “Eternal Flame” poco aporta si la intención era darle nuevos aires a la producción.

En definitiva, una buena segunda parte para un proyecto que dos décadas atrás mereció más atención y buena fortuna pero que hoy renace de manera algo redundante y sin demasiada innovación sonora. Pero ¿acaso esos calificativos evitan poder disfrutar de un buen álbum de Hard Rock tradicional?. Creo que no.
Javier Izurieta